Buscaba oír los pájaros y ruiseñores, los grillos en la noche, ausencia de olores a tubo de escape. Y me encontré La Cabrera, singular montaña, que comencé a fotografiar una y otra vez. Aquí he vuelto a vivir y a oler mi niñez en la naturaleza.
Y pretendo embellecer y mantener el medio y al pueblo, digno de ser el primero en visitar y hablar de él, por sus iniciativas en el desarrollo de su entorno, de sus individuos animales y vegetales, autóctonos.
Que junto a vosotros participemos en un desarrollo limpio, ordenado y sostenible, a la vez que buscar iniciativas que sean llamativas para el turismo deportivo y rural. Guardar el equilibrio en nuestra montaña y que ella nos ayude a evolucionar con un mayor desarrollo económico y social.
He encontrado aquí un gran diamante escondido en esta singular montaña. Este pueblo puede ser referente de la sierra y conseguir una visión de futuro, para cualquier persona que le guste disfrutar de su tiempo libre. Tenemos cine, baile, deporte, exposiciones y paseos preciosos con una naturaleza salvaje regalándonos oportunidades. Tenemos artesanos y artistas, que deben conocerse en otros municipios, porque no solo hay denominaciones de origen como la carne. También hay artistas cabrereños que se merecen su espacio, y que hay que conocerlos.