FONSANA TIENE UN NUEVO DUEÑO.
Desde ayer, 19 de abril de 2017, Fonsana tiene un nuevo propietario. A las 11:30 de la mañana se formalizadó la compra.
El Ayuntamiento de la Cabrera adquiere Fonsana por un poco más de 500.000 euros.
Pasa a ser de titularidad municipal: la nave, el actual parking, 5 fincas con los pozos, la marca comercial y la maquinaria de embotellado.
Desde el punto de vista de negocio es una operación de máxima rentabilidad, solamente el suelo ocupado por la nave y el parking, con una superficie de 4.188 m2, a precio de mercado valdría aproximadamente 750.000 euros y se adquiere por 445.000 euros, en este precio se incluyen las cinco fincas de los pozos. El resto de los activos guarda unos márgenes similares.
Este de la rentabilidad y la especulación no es el motivo de la compra ni el objetivo del ayuntamiento, no es una operación de compraventa, es una obligación recuperar aquello que forma parte de nuestra historia reciente. Aquello que dio nombre a un municipio. Fue en 1966 cuando una empresa se apropia de un recurso natural y público como es el agua a cambio de generar unos puestos de trabajo que años después liquidaría.
La compra no es una operación típica de una administración local por la forma de adquisición del bien, se trata de un concurso de acreedores, que termina en una liquidación de los bienes de una empresa. Con lo recaudado se paga una pequeña parte a los acreedores, fundamentalmente los bancos.
Ha habido que pasar por una subasta pública, compitiendo con especuladores y subasteros.
El momento en que pone en liquidación ha sido una oportunidad que no podíamos dejar escapar. Si no hubiese salido ahora, el ayuntamiento no lo podría haber comprado. Por precio fundamentalmente. Si lo hubiese tenido que comprar a precio de mercado, pues necesariamente hubiese tenido que rentabilizar la inversión, destinándolo a una actividad productiva y ese no es el objetivo de una entidad pública.
Además del momento, el compromiso de toda la corporación ha sido total, claro y transparente por parte de todos y la unión de experiencia empresarial y pública, con una visión común, ha dado resultado. Un resultado que más allá de la operación, sirve para compensar las insatisfacciones de un cargo público.
Parecía una idea descabellada, poco fundada, cuando Participa incluía la posibilidad de compra en su programa electoral, pero conocíamos el recorrido de la operación y que el final de la misma terminaría en liquidación y subasta, también los recursos financieros del Ayuntamiento en aquel momento, solo había que hacer coincidir el destino de ambos, pero antes fue necesario desmitificar aquella coletilla de que el ayuntamiento no podía sacar el dinero del remanente de tesorería .
Posiblemente todas las circunstancias anteriores no hubieran sido suficientes sin la decisión de calificar la nave como bien “histórico industrial”, esta decisión minoro considerablemente el valor para los amantes del ladrillo, limito el número de ofertantes y redujo el importe de la puja. Si la nave no se puede destruir para hacer viviendas la especulación no permite precios elevados por el suelo.
Ha sido un día importante para La Cabrera, se recupera parte de su historia y la recupera el ayuntamiento, no un particular, los vecinos recuperan un patrimonio común, el mercado tendría que recuperar un agua embotellada por los vecinos. Fonsana tendría que ser la piedra sobre la que se apoye el desarrollo industrial y turístico del municipio y como siempre esto depende de la voluntad de los vecinos más que de la decisión de los políticos.