¿Un mundo sin mujeres? No lo queremos ¿Un mundo donde la mujer no esté valorada? No lo queremos ¿Un mundo donde una persona en sí misma valga más que otra? No lo queremos.
En el día de la mujer, desde Participa La Cabrera, nos situamos en contra de cualquier tipo de discriminación por el hecho de ser lo que uno es, porque el granito de arena que aporta cada persona es fundamental para construir un mundo incluyente en el que nadie quede fuera.
Sin las mujeres es imposible vencer a la ignorancia que tanto mal ha hecho a la humanidad, a un machismo acomplejado que se ha creído superior a medida que ha rebajado a las mujeres a la insignificancia.
Pero es la hora de despertar, de desterrar complejos y de comenzar una nueva era en la que convivir sensatamente. Gracias mujeres, porque sin vosotras el mundo sería mucho más inhóspito. Gracias mujeres, porque hacéis del mundo un lugar mejor.
Ha llegado ese momento de preguntarnos cómo estamos viendo a nuestra semejante, sin dejar pasar el tiempo y pasar a la indiferencia, cerrar los ojos y la boca y decirnos que eso no va conmigo, que no pasa nada, que “eso solo es asunto de mujeres”.
Son asuntos de mujeres, pero estos asuntos nos tocan a todos, porque comprenden nuevos escenarios y formas de entender la realidad, que exigen miradas diferentes para que podamos cambiar nuestros procedimientos, y nos comprometamos así con diferentes prácticas de relación.
Aclaremos que los “asuntos de mujeres” se quieren reducir a los esquemas machistas desde los que está diseñada la sociedad, que no es sino una perspectiva de enfrentamiento y de jerarquía, en vez de una transversalidad construida desde sus integrantes. Lo evidente es que estos últimos años han supuesto avances significativos en la propuesta política de las mujeres en los espacios de poder, controlados históricamente por los hombres. Pero no se trata solo de quitar una pieza y poner otra, sino que lo que hay que cambiar son los esquemas, las maneras de pensar y de vivir.
No es una cuestión de sexo, es de clase social y de educación, de una conciencia común en la que eliminemos el enfrentamiento entre unos y otros. La cuestión ahora debe centrarse en salir de la ignorancia, y en comenzar a construir un derecho, ahora inexistente, que tendrá que venir por la educación, por la construcción del saber. Las capacidades formativas darán mayores competencias a unos y a otras, de tal modo que podamos eliminar los discursos de dominación y sintonicemos nuestras inquietudes abriéndonos a la posibilidad de caminar juntos.